En los últimos años ha quedado en evidencia que la educación tradicional se está volviendo obsoleta en los tiempos que corren pero, ¿cuál es la alternativa?
La enseñanza tradicional, ¿Sirve o debe cambiar? Esta es una pregunta que nos aqueja a todos aquellos que trabajamos y hemos trabajado en el ámbito educativo. Muchas cosas se enseñan a consciencia de que son inútiles en los tiempos que corren (mientras que hay temáticas esenciales que los programas de clase no abordan), la educación de calidad aún no está disponible para todo el mundo, la organización y la burocracia de las instituciones tradicionales ha llegado a un punto de quiebre – y, en general, para una gran cantidad de jóvenes, la educación resulta una experiencia tortuosa… ¿qué se puede hacer?
Problemas de la enseñanza tradicional
La enseñanza “tradicional”, como la conocemos hoy, es una versión casi inalterada del tipo de enseñanza que se instauró durante la Revolución Industrial. Los alumnos entran temprano a la mañana, un poco antes de que los padres vayan a la fábrica a trabajar, sin importar si sus cerebros funcionan mejor en otro horario del día, y son enseñados un programa básico (cada vez más carente de cosas vitales, como educación financiera, arte, medios y comunicación, etc.) que jamás contempla las fortalezas individuales de cada estudiante. El alumno es calificado del 1 al 10, a pesar de que algunos puedan sobresalir de ese 10, y otros tengan malas calificaciones por motivos contextuales. Si el alumno es ineficiente en una cierta cantidad de materias (a pesar de que pueda ser sobresaliente en todas las otras) o – como sucede con más frecuencia – si el docente es insuficiente para explicar, dicho alumno pierde un año de vida volviendo a cursar.
También, vale señalar, la enseñanza tradicional valora memorizar por encima de entender, y la palabra del profesor es la verdad absoluta dentro del salón de clases, a pesar de que pueda estar objetivamente equivocado.
Y lo que sale de esa educación tradicional son trabajadores y empleados, difícilmente librepensadores y personas creativas o útiles a la sociedad, más allá de ser otro engranaje dentro del sistema.
La educación, además, se convierte en algo tremendamente desventajoso para quienes viven lejos de un centro de educación o tienen problemas de movilidad o salud. Hemos presenciado tanto alumnos que no han podido concurrir a clases a causa de accidentes o enfermedades, como también alumnos que llegan regularmente tarde – o se ausentan – porque dependen de un transporte que puede no llegar.
Además, con la educación tradicional, cada persona se ve en la necesidad de aceptar a los docentes que estén dentro de posibilidades geográficas y que hayan sido elegidos por la institución educativa. Entonces los alumnos están invirtiendo tiempo (y probablemente alguna suma de dinero) en una educación donde no tienen opciones.
¿La enseñanza debe cambiar?
Hoy por hoy (excepto que quieras dedicarte a algo que donde vivas requiera una matrícula para que puedas ejercer) puedes aprender prácticamente todo lo que necesitas para entrar en cualquier mercado laboral… desde la internet. Es un espacio más democrático, más libre, más justo, donde todos esos problemas que mencionamos anteriormente desaparecen.
Esto también implica que futuros (potenciales) empleadores o clientes que te entrevisten van a evaluar lo que sepas en vez de qué títulos tienes – lo cual es un paso a que entrar al mercado laboral sea más justo.
Algunas personas señalan que el problema es que – en zonas más desaventajadas – con frecuencia los alumnos no disponen de internet (o, incluso, electricidad) para conectarse. Esto es una argumento falaz, dado que la existencia de lugares donde la internet es libre y gratuita para todo el mundo revela que la falta de conectividad de ciertos sectores de la población es una decisión de las instituciones para mantener el modelo tradicional, no una carencia de los nuevos modelos educativos.
Además, la existencia de países que pagan a sus alumnos por estudiar nos revela que ese modelo no solo es posible, sino que funciona y es preferible. La imposibilidad de estudiar de ciertos sectores, sobre todo siendo la internet un derecho básico en gran parte del mundo, es una decisión deliberada de cada gobierno, no un problema de las nuevas tecnologías.
¿La enseñanza puede cambiar?
Como dijo Elon Musk, es más sencillo llegar a Marte que cambiar el sistema educativo en la Tierra. La educación tradicional nunca dejará de existir, y probablemente no evolucione pronto en algo constructivo.
Pero la educación virtual ya ofrece una alternativa que pone a quienes la eligen a la delantera en el mercado laboral. Con esta forma de educación, podés recibir educación de docentes que vos elijas, especializarte en los temas que vos elijas, escucharlo en tus dispositivos como si estuvieras en primera fila (lo cual es revolucionario para personas con capacidades visuales o auditivas diferentes), y rebobinar si no entendiste algo o no llegaste a tomar nota. No tenés limitaciones geográficas, podés elegir a qué “escuela” ir (resuenan mucho ciertas situaciones de censura donde muchos alumnos seguramente habrían querido cambiar de escuela), no tenés problemas con que “se cae siempre la página web para anotarse“, no estás limitado por exámenes de ingreso injustos o la cantidad de asientos que entran en un aula.
Esta es una mejor educación que crea mejores profesionales.
Sumate al cambio hoy.